Francisco Perez es catamarqueño, vino a Corrientes persiguiendo una meta, estudiar Ingeniería Agronómica. En sus días de estudiante surgió una oportunidad que marcó sus días y su futuro, al menos hasta ahora. “Me pidieron si podía traer algo de Catamarca”, que consistía en productos característicos de la zona: aceitunas, aceite de olivo y nueces. Ese fue el inicio de una historia que comenzó con un favor, un par de amigos y una bolsa de nueces.
Cuenta que lo había hecho de onda, no había cobrado ni nada “me sobró algo de lo que tenía y otros amigos me pidieron si yo les podía vender lo que había sobrado”. De esta manera descubrió una necesidad y una forma de pagar sus estudios. Debía explotar la situación por lo que pidió a sus padres si le podía enviar al menos unos 10 kilos de nueces, los dividió en bolsitas de Supermax y se lo vendió a sus profesores y a sus amigos, “en un par de días lo había vendido todo, así que pedí otros 20 kilos más”, empezó entonces un ciclo que lo llevó a emprender en el mundo de la comercialización alimentaria.
Francisco comenta que “los que me compraban las nueces me pedían almendras”, entonces empezó a contactar a gente del entorno, distribuidores que le facilitaran el suministro, posibilitando así su inicio en el comercio de frutos secos. Pasó el tiempo y se recibió de ingeniero, entonces surgió la necesidad y la idea de poner un negocio. “Un día me aventuré, vi el cartel de alquiler y llamé”, sin saber mucho más de lo que hacía se embarcó en una nueva odisea.
Primero pintó el local, “era un desastre todo esto”, cambió la vidriera y comenzó con el trabajo de dar una nueva imagen al lugar. Armó el cartel, de letras blancas con un detalle de hojas verdes, y un fondo de madera barnizada. Puso los pisos laminados de madera y junto a un amigo, diseñaron el interior del negocio, que actualmente consiste en estanterías del mismo material, un escritorio a juego y un pequeño freezer más una heladera. Todo en perfecta armonía con una paleta de colores que incluye el naranja, el blanco y el marrón oscuro.
Con el negocio ya instalado, agregó a su oferta productos para la personas celiacas “en Corrientes solo existía Celilandia, surge entonces la idea de ofrecer este servicio”. También, debido a la demanda, observó que era momento de incluir en su equipo a una especialista en el tema, una nutricionista que tuviera como función orientar a sus clientes en el consumo oportuno de lo que llevaban. “Mucha gente no sabe lo que consume o consume por recomendación, y eso tiene consecuencias”, por lo que optó brindar un asesoramiento de la mano de Aracelli Pacce, Licenciada en Nutrición.
Francisco sigue trabajando, vende al mayor y como minorista, fuera de las dietéticas forma parte de uno de los contados negocios que comercializan con alimentos nutricionales. “La gente cree que es solo venir a trabajar, abrir las puertas y vender, pero la realidad es que existen muchos obstáculos y el gobierno es uno de ellos”. Con determinación y la mirada segura enuncia sus dificultades y reconoce sus logros, emprender cuesta, crecer aún más, pero el valor es la gratificación de cada esfuerzo, al menos, Francisco sigue trabajando.
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